Colaboración: Raúl Asís Monforte González.

Mérida, Yucatán a 16 de septiembre de 2023

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  • Optimismo para sortear los obstáculos en un mundo incierto.

A nivel global los cambios suceden a un ritmo acelerado, las disrupciones ocurren todos los días y los nuevos avances tecnológicos van dejando una cauda de sistemas obsoletos detrás. Cuando no sabemos adaptarnos y aprender constantemente a dominar las innovaciones que emergen, muchos de nosotros nos vamos quedando atrapados en ese torbellino de obsolescencia que nos atrapa y amenaza con tragarnos.

Los acomodos geopolíticos se han vuelto comunes y sorpresivos, por un lado surge una guerra armada incomprensible, que adicionalmente a la tragedia que representa perder numerosas vidas humanas inocentes, distorsiona de raíz los sistemas comerciales establecidos y genera afectaciones en sectores tan importantes como la energía y los alimentos. Las cadenas de suministro se ven de pronto desarticuladas y rápidamente se reorganizan con consecuencias muy variadas, unas negativas y otras que se convierten en grandes oportunidades.

El resultado es que hay una sola cosa de la que tenemos absoluta certeza: el futuro es absolutamente incierto. Nadie puede atreverse a predecir qué va a pasar en los próximos tres o cinco años, estamos viviendo en un entorno impredecible que no conocíamos antes.

En México estamos ya inmersos, e ilegalmente adelantados, en un proceso electoral que ni las mejores casas encuestadoras pueden pronosticar con algo de certeza. Es cierto que ofrecen un panorama del momento, con algunas intenciones aparentemente claras, pero los juegos, las traiciones, las decisiones y las negociaciones, tienen la capacidad de hacer que la balanza se mueva varias veces en ambos sentidos y en diferentes intensidades desde hoy hasta que se dé el resultado final de las elecciones en 2024.

En lo económico, se nos presenta como una gran oportunidad el fenómeno de la relocalización de empresas, pero es también creciente el déficit de recursos energéticos, tanto de combustibles como de electricidad, y las capacidades logísticas de nuestro país no son muy favorables para brindar eficiencia y competitividad, lo cual puede impedir el aprovechamiento de todo el potencial que este fenómeno representa.

La incertidumbre es especialmente efectiva en socavar la capacidad de ver el futuro en perspectiva, mina la confianza tanto en las propias capacidades como en las del entorno, y abre la puerta al pesimismo. Existen esfuerzos por avanzar en la digitalización de las empresas, pero crece en una relación directamente proporcional la inseguridad del ciberespacio. Aumentan los conflictos comerciales, la sobre regulación ahoga a las empresas.

Es necesario recuperar el optimismo para poder sortear exitosamente los obstáculos que nos impone un mundo plagado de incertidumbre. Un extraordinario antídoto para el pesimismo, consiste en el crecimiento personal, en la mejora de las habilidades, conocimientos, destrezas y capacidades tanto profesionales como humanas.

El cambio climático se nos presentó siempre envuelto en un empaque que presagia crisis, pero hoy eso ha cambiado y el mundo está reconociendo las oportunidades y los beneficios de transitar a una economía verdaderamente verde. Es preciso empezar a construir ecosistemas enfocados en la infraestructura, en reforzar las habilidades de la fuerza de trabajo, desarrollar activamente las tecnologías digitales y la conectividad, adoptar rápidamente los avances tecnológicos, trabajar de manera colaborativa y subsidiaria.

Así, con optimismo renovado, podremos sortear los obstáculos que nos impone un mundo incierto.