• XIX Festival Internacional de Educación Para la Vida
  • La edición fue realizada en Quetzaltenango, Guatemala; ¿necesitamos esas enseñanzas?

Y luego… ahí vamos por la vida, buscando ansiolíticos para calmar el vacío, la ansiedad, el aburrimiento.

En la primera semana de agosto, en Quetzaltenango, Guatemala, el Colectivo No´j y sus fundadores, Ángeles Rodríguez y Fernando Soto Tok, con el apoyo de MINEDUC, de la Cooperación Austriaca para el Desarrollo, HORIZONT3000 y DKA Austria, entre otros, realizaron el Festival Internacional de Educación para la Vida, en sus XIX edición.

A pesar de haber participado una docena de veces, nunca me había parecido tan urgente, educar para la vida; quizá porque la falta de dicha educación tiene como consecuencia tal efervescencia de incertidumbres y tensiones.

En tiempos post pandemia, qué oportuno resultó el taller: “Camino del Duelo” de Emilú Ponce de México, quien propició, como ofrece el programa, “generar herramientas emocionales enfocadas al autoconocimiento y la regulación emocional como fundamento para la sanación emocional y la resolución satisfactoria de la pérdida”.

“Lo grupal es personal” fue la nueva propuesta de Mauricio Zamitiz de México, alumno de Frans Lipens y sus “Juegos cooperativos por la Paz”.  En sus múltiples participaciones en estos 19 años, su taller es de los más atractivos, expandiendo por todo el territorio guatemalteco las propuestas de  educación para la vida y la invitación para construir la Paz, ya que gracias a las becas, jóvenes líderes y maestros se reúnen e intercambian con los distintos grupos étnicos cuyos idiomas son:  el quiché, mam, tzutuhil Ixil, Jacalteco, popti, kacqchiquel y tojolabal, entre otros, quienes llegan desde lejanas comunidades, ávidos de aprender herramientas divertidas para retornar y compartir.

El programa que ofreció: “Palabra que canta, cuenta y construye”, con Margarita Robleda de México, fue “un taller dirigido a descubrir nuestro pensamiento y voz, para reconocer y fortalecer nuestra capacidad constructora de un relato propio que haga visibles nuestros sueños como posibilidades de construcción de realidades nuevas, haciendo frente al mundo escindido que los medios pregonan convenciéndonos de ser la única realidad posible. (Además, muy divertido)”.

El momento mágico se dio, seguramente para todos los facilitadores, cuando en la clausura, los alumnos se plantaron orgullosos a compartir lo aprendido; en este caso, las rimas, poemas, canciones, raps y la experiencia al descubrirse capaces, talentosos y libres para elegir y expresarse.

“¡Manos a la obra, construyamos un mundo seguro para niñas, niños y adolescentes! Hablemos de Derechos Humanos y protección”, “ODHAG” Guatemala, presentaron “Un cuento con final feliz”, donde se manifiesta la lucha, que, aún existe, entre mantener a las niñas en casa al servicio o darles la oportunidad de ir a la escuela y descubrirse capaces.

Angélica Martínez Guatemala-México, con gran dulzura y manos sanadoras, nos ofreció en “Leer mi cuerpo, camino al equilibrio”, compartir conocimientos de nuestras abuelas y abuelos para alcanzar una salud superior, una salud preventiva centrada en despertar y recuperar la capacidad de nuestros cuerpos y mentes para alcanzar nuestro propio equilibrio.

En “Educación Biocéntrica y Biodanza”, Patricia Bezares de Guatemala propuso: “Se aprenderá a acercarse a los demás desde el contacto, la alegría, el cuidado mutuo, la empatía, la confianza y la afectividad, generando un espacio de celebración, de amor, de cuidado de la vida y de reconocimiento mutuo y feliz, desde la expresión corporal, la creatividad, los juegos, las danzas y la música”.

En la clausura, fue un gozo ver a sus alumnos, embelesados con el vaivén de la música, incluyendo un menor “en rebozado” a la espalda de su madre. Esa mujer retornó al fogón de su aldea, con el alma renovada.

“Mañana será mejor, porque lo decido yo, mañana será mejor, porque lo construyo hoy”.  ¡Gracias, Colectivo No´j!