Título: EL RAPTO DE LAS SABINAS
Colaboración: Franck Fernández – Traductor, intérprete, filólogo

Se equivocaba grandemente Guiseppe Verdi al componer para su ópera Rigoletto el aria “La Donna e mobile”. La mujer es nuestro igual, nuestra compañera de vida, la madre de nuestros hijos y mucho más. El hombre (y hablo del varón, no de ser humano) ha tardado siglos en entender esta realidad. Aunque hay algunas cosas que podemos realizar los varones para facilitar esta convivencia. La historia que les traigo hoy creo es un buen ejemplo de ello y una enseñanza para todos los varones que a su lado tengan una mujer como compañera de vida.

Tenemos que remontarnos al año 771 ADC para el comienzo de esta historia. Como es relativamente larga y rocambolesca, no les voy a contar en este momento la génesis del asunto. El hecho es que dos pequeños bebés, hermanos gemelos, Rómulo y Remo, por envidia de su tío y con el deseo de eliminarlos de una eventual rivalidad en cuestiones de herencia al trono, decidió que debían morir ahogados. La persona encargada de asesinar a los pequeñines por ahogamiento en el río Tíber, que es el río que atraviesa la ciudad de Roma, decidió ponerlos en una cesta y depositarlos sobre las aguas para que el río se los llevara lejos.

En realidad estos pequeñines no eran niños normales. Eran hijos de Marte, Dios tanto del panteón griego como del romano, que había seducido a la madre de ambos bebés una sacerdotisa o vestal, que era el nombre que llevaban. Marte era el dios de la guerra, de la valentía, de la virilidad y de la belleza masculina. Pues bien, una vez la cesta en el agua fue el padre quien se ocupó de que encallara en la orilla. Una loba, llamada Luperca, recuperó a los bebés y se los llevó a su cueva. Los amamantó como si fueran lobatos. En su tarea de alimentar a los niños a la loba la ayudó un pájaro carpintero. No es casualidad que fueran estos dos animales los que tomaran estas tareas de alimentar a los pequeñines, pues ambos representan al dios Marte.

Los niños crecieron y, al llegar a su adultez, supieron de las traiciones de su tío, que había llevado a prisión a su abuelo para robarle su trono y que había sido él quien había dado la orden de deshacerse de ellos cuando eran pequeños bebés. A la ciudad donde se encontraba su tío, Alba Longa, se dirigieron para vengar tanta ignominia. Una vez restablecido su abuelo en el trono, como príncipes que eran, se suponía que tenían que gobernar pero, para no cuestionar el poder de su abuelo, decidieron irse a otro sitio nuevo a fundar un nuevo reino.

Primero pensaron en crear cada uno un reino, cierto cercanos. La condición que ambos se impusieron fue no entrar uno en las tierras del otro. Este trato fue violado y, en cruenta lucha, Rómulo cometió fratricidio contra su hermano Remo. Al centro de su ciudad, que había llamado Roma, llevó los restos de su hermano Remo y les dio sepultura. Cuenta la tradición que fue el 21 de abril de 753 ADC. Esa fecha es la que se toma como día de fundación de la Ciudad Eterna.

Pasaron los años y todos los antisociales de la península itálica, conocedores de las libertades que en el reino de Rómulo se vivían, vinieron a asentarse aquí. Ladrones, forajidos, refugiados de toda tela… Pronto creció la población del nuevo reino, pero había un detalle… casi todos eran varones. Pocas mujeres formaban parte de la población inicial de Roma. Ellas querían maridos con mejor reputación.

Para darle solución a esta falta de mujeres con quienes procrear, los romanos les pidieron a las mujeres de los reinos cercanos venir para tomarlas como esposas, pero, repito, todas ellas querían maridos con mejor historial. Ante la negativa, decidieron los romanos organizar grandes festividades en honor al dios Neptuno. Con este motivo fueron invitados los ciudadanos de todos los reinos cercanos. Fue así que llegaron los pobladores del cercano reino de los sabinos, cuyos dominios estaban a unos 50 km al este del asentamiento romano.

Comenzaron las festividades y, ante una señal predeterminada del rey Rómulo, los romanos se abalanzaron sobre las mujeres jóvenes para raptarlas expulsando al mismo tiempo a los varones sabinos de sus tierras. Este evento es lo que la historia, o mitología del nacimiento de la ciudad de Roma, reconoce como el Rapto de las Sabinas. Este hecho ha sido elemento inspirador para grandes pintores y escultores, desde la época del Renacimiento hasta llegar al propio Pablo Picasso.

Las sabinas, al verse consumado el hecho de encontrarse en casa de sus pretendientes, aceptaron las proposiciones de matrimonio… a condición de no realizar ninguna tarea doméstica, salvo aquellas que tuvieran que ver con el trabajo y el tejido de la lana. Pasado el tiempo y una vez listos para una contienda, los sabinos decidieron volver a Roma a recuperar a sus hijas y hermanas y lavar con sangre la afrenta del rapto.

A Roma se dirigieron los sabinos. A su cabeza iba su rey, Tito Tacio. Pero había un detalle, en Roma ya se habían construido para este momento unas murallas y no sabían cómo entrar a la ciudad. Es ahí que en nuestra historia entra una romana de origen etrusco, atraída por la belleza del rey sabino. Con tal de hacerse con tal hermoso varón estaba dispuesta a traicionar a los suyos. Hablo de Tarpeya. Ella le propuso al rey sabino que le abriría las puertas de la ciudad a condición de que le diera lo que llevaba en su brazo izquierdo haciendo alusión a un hermoso brazalete de oro que, en principio, debía ser entregado a aquella que fuera su mujer. Tito Tacio aceptó la proposición con el fin de franjear los límites de la ciudad. Una vez adentro las fuerzas invasoras sabinas, el propio Tito Tacio con el gran escudo, que llevaba en su brazo izquierdo, a golpes mató a la traidora considerando que si había traicionado a los suyos no era mujer de quién fiar.

Este incidente del asesinato de Tarpeya se produjo sobre un promontorio natural, lugar desde el cual, en el devenir de la historia de Roma, serían lanzados al vacío los traidores a Roma… pero volvamos a nuestra historia de las mujeres sabinas.

El tiempo ya había pasado y las mujeres sabinas habían sido bien tratadas por sus esposos romanos. Ya estaban casadas y de ellos se habían enamorado. Por demás, ya eran madres de pequeños romanos. En el momento mismo en que la lucha entre sabinos y romanos iba a comenzar intervinieron las mujeres sabinas para evitar que se produjera una lucha en las que, hermanos y padres por un lado y maridos por el otro, se enfrentaran a muerte. Las sabinas fueron dirigidas por Hersilia, esposa de Rómulo. Ellas apaciguaron la situación y explicaron a los varones de ambos bandos la utilidad de unir los dos reinos, cosa que se hizo.

A partir de ese momento, unidos los reinos de los romanos y los sabinos, reinaron los dos reyes. Esta dualidad de rey se llama diarquía. Así estuvieron las cosas hasta que Tito Tacio fue asesinado, recayendo evidentemente todas las sospechas contra Rómulo. Esto es algo muy evidente, pues existe una máxima en todo tipo de asesinato: buscar en primer lugar al más beneficiado. Es así como yo les describo a los señores la manera en que deben tratar a sus mujeres y compañeras de vida, compartiendo con ellas las tareas del hogar. Cuando digo tareas del hogar no solo me refiero a las tareas de limpieza, sino a todo lo relacionado con la casa y la familia.

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