Título: Borís Pasternak – El Doctor Zhivago
Colaboración: Franck Fernández – traductor, intérprete, filólogo

Nadie debe prestar atención a los a priori. Nadie debe tomar posiciones por lo que le han dicho. Y si quien lo dice es una autoridad dictatorial, tanto más. Es en esto en lo que pienso al recordar que en el año 1957 fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura una novela del escritor ruso Borís Pasternak. En la Unión Soviética, donde previamente la publicación de la novela había sido rechazada por la editorial Novi Mir (Nuevo Mundo), como papagayos muchos soviéticos decían que era una mala obra capitalista y contraria a los intereses de los soviéticos. Alegaban lo que les habían dicho que tenían que decir y opinar cuando no habían leído la obra.

Borís Pasternak no era novelista, sino poeta. Ello le permitió describir con las hermosas palabras que solo saben utilizar los poetas los hechos, los lugares, la historia y los personajes que viven en esta novela. Borís Pasternak nació en 1890 en una familia acomodada de origen judío ucraniano, pero que se había convertido al cristianismo ortodoxo ruso. Su padre era un reconocido pintor impresionista y gran retratista, amigo de la intelectualidad que vivía en Moscú en esa época. Grandes compositores, filósofos, incluso el gran León Tolstoi, eran recurrentes visitantes en casa del pequeño Borís quién, incluso de niño, se sentó en el regazo del gran Tolstoi. Por su parte, su madre era una gran concertista de piano. El compositor ruso Scriabin era vecino y uno de los amigos íntimos de la familia y por él pensó Borís que, en el futuro, se dedicaría a la música y a la composición

Inicialmente, y como muchos rusos, Borís Pasternak creyó en la utopía que prometía el nuevo régimen bolshevique pero, con la radicalización dictatorial que tomó el gobierno de su país, pronto reconoció que había sido engañado como tantos otros millones de rusos. Sus amigos, conocidos, intelectuales y artistas desaparecían, eran asesinados o enviados de por vida a los gulags o campos de concentración. Estos gulags habían sido organizados por Stalin para deshacerse de sus enemigos, reales o imaginarios. También con el fin de tener mano de obra esclava gratuita para sus faraónicas construcciones destinadas a industrializar a paso de gigante la nueva república.

Las primeras líneas del Doctor Zhivago comienzan a escribirse tan temprano como en los años 1930. Sin embargo, fue solo a partir de 1946, cuando conoció en la editorial Novi Mir a la joven editora Olga Ivínskaya, que aumentó el ritmo de creación. Y razones tenía para ello. Pasternak, se había casado dos veces, siendo su segunda esposa Zenaída Nikoláievna, de la que estaba enamorado. Sin embargo, también amaba a Olga quien era no solo su editorialista, sino su musa y su defensora ante las arbitrariedades y el ostracismo al que el régimen condenaba al escritor por su disidencia política.

Debido a su celebridad, Borís Pasternak no pudo ser molestado por el régimen. Sin embargo, Olga fue condenada a años de gulags. Primero fue llevada a la tristemente recordada Lubianka, la sede del KGB en Moscú, donde, debido a las golpizas, perdió al hijo de Borís Pasternak que llevaba en su vientre. Solo la muerte de Stalin le permitió salir de esos horribles campos de concentración por el indulto que se otorgó a los prisioneros. Después fue enviada a los gulags una segunda vez.

Su novela fue prohibida en la Unión Soviética debido a que consideraban atacaba los principios más elementales del sistema. Alegaban las autoridades que daba prioridad a la individualidad de los personajes por encima de lo social, que era la que preconizaba el régimen. Su libro fue editado por primera vez en idioma italiano por la editorial Feltrinelli de Milán. El éxito fue rotundo y de inmediato se hicieron publicaciones en 30 otros idiomas debido a que la novela Doctor Zhivago encaja perfectamente dentro de la maravillosa espléndida tradición de la gran literatura rusa, como un complemento de lo que habían escrito Dostoievski, Gógol, Turguéniev, Tolstoi… En Holanda se encontraba un disidente ruso, Iván Tolstoi, quién de inmediato vio la necesidad de publicar el libro también en ruso, aunque fuera en el extranjero.

Fue aquí donde entraron en acción los servicios de la CIA y del FBI. En 1958 se realizó la Exposición Universal de Bruselas y, delante del pabellón del Vaticano, agentes de la CIA y del FBI vestidos de monjas y sacerdotes entregaban ejemplares del Doctor Zhivago en ruso a los casi 15 000 visitantes que llegaron a Bruselas por este motivo procedentes de la Unión Soviética. Fue así como entró al país la novela, oculta en las maletas de estos viajeros. Fue así como pasó de lector en lector, también a escondidas. Zhivago (Живаго) tiene la misma etimología de la palabra “vivo” zhivoi en ruso (живой), lo que ya da una idea del carácter y la filosofía de vida del personaje. Debo mencionar que el Doctor Yuri Zhivago es el alter ego de su autor y creador. Era médico, pero también poeta. La ambivalencia que sentía Yuri Zhivago por el amor a su esposa, Tonia, y a su amante, Larisa, es utilizada por Borís para dar rienda suelta a sus propios sentimientos.

Cuando Borís Pasternak supo que la Academia de Estocolmo lo había seleccionado para recibir el Premio Nobel de Literatura, de inmediato envió una carta de agradecimiento. Sin embargo, la presión que ejerció el gobierno, el sindicato de escritores y la unión de escritores soviéticos fue tan grande que fue amenazado de retirársele su nacionalidad soviética y ser desterrado del país si aceptaba el premio. A la mañana siguiente, Borís escribía una segunda carta a la Academia de Estocolmo pidiendo disculpas por rechazar su premio, alegando ser indigno de él. Borís Pasternak no escapó a ese amor enracinado y atávico que tiene el ruso por su tierra, de la que no se puede separar porque es como si le faltara una pierna, una mano, incluso el propio corazón. Este sentimiento lo vimos también en uno de los grandes amigos de su padre, el famoso compositor Serguei Rajmáninov que, al escaparse de Rusia y de los horrores de la revolución, entró en una gran crisis de inspiración para escribir nuevas obras por faltarle la tierra rusa.

Mientras en Estocolmo se designaba al eminente escritor ruso para recibir el Premio Nobel, el director cinematográfico David Lean se encontraba en Indochina filmando una película que hizo silbar a todas las personas de aquella época: El Puente sobre el río Kwai. Más tarde también realizó la producción de otra película épica: Lawrence de Arabia. David Lean buscaba otra gran obra para llevarla al cine. La escogida fue Doctor Zhivago para su nueva gran epopeya cinematográfica. Como es evidente que no se podía filmar en locaciones originales rusas, fue filmada en Finlandia pero, sobre todo, en Madrid y Soria. La película salió en 1965 y fue nominada para diez Óscares, obteniendo cinco de ellos. Uno de los Óscares fue por el tema musical de la película del compositor Maurice Jarre. Es el famoso Tema de Lara que todavía se puede escuchar en muchas estaciones de radio con una muy hermosa melodía, fiel reflejo de la belleza física y espiritual de Lara, la enfermera amante del Doctor Zhivago. En ruso, Lara es el diminutivo de Larisa.

Solo en 1988, y gracias a la Perestroika, fue reivindicado el escritor que había muerto en el ostracismo en 1970 por cáncer de los pulmones, perseguido por todas las instituciones soviéticas. De inmediato Novi Mir, la editorial que lo había rechazado en 1957, lo público en una millonaria edición que presentó en cuatro entregas. Solo en 1995 el público ruso, ya no soviético, pudo ver en los cines la famosa película que a tantos hizo llorar en 1965, año de su salida a la gran pantalla.

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