- El estratega boxístico yucateco entrenó, entre otros campeones mundiales, a Miguel Canto y Óscar de la Hoya
- El boxeo, no sólo de Yucatán, sino mundial, está de luto por el deceso de uno de sus maestros más pulcros y educados.
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Jesús Rivero Gamboa, “Cholain” para el deporte, maestro de boxeo, literario, comunista y ateo, falleció en Mérida la mañana del jueves, dejando un legado histórico en que, en primer lugar, aparece su vida al lado del más grande peso mosca de todos los tiempos, Miguel Canto.
Su hija Raquel confirmó la noticia al Diario: “Despertó, igual que todos los días, pidió su desayuno y de pronto comenzó a bajarle el ritmo cardíaco y cerró los ojos”, detalló la hija, quien dijo que no tenía padecimientos. “Sólo llegó su hora de descansar”.
Todo un personaje, conocido por su forma de expresarse, sin guardarse nada, fue siempre una voz autorizada para hablar de boxeo.
Recientemente recibió la visita de Óscar de la Hoya, uno de los peleadores más famosos a los que dirigió, y sin empacho, le sugirió: “Quiero que les digas cuál fue la diferencia entre el Óscar de la Hoya que me buscó y el Óscar de la Hoya que fue después”. El laureado exmomarca le dijo: “La clase de persona, don Chuy. Fui una mejor persona”.
De la Hoya vino a buscarlo en una etapa crítica de su carrera tras leer las cartas credenciales que Rivero tuvo con Miguel Canto
A Miguel lo llevó al cenit, desde sus inicios. Lo hizo campeón mundial de los pesos moscas y defendió 15 veces la diadema, un hito. Pero lo más importante fue que hizo a Canto un as en el manejo de la esgrima, del bending, casi nadie le pegaba a Canto.
“Miguel pudo ser el mejor peleador de la historia si hubiera sido peso más grande, pero fue mosca y casi nadie los volteaba a ver”, contó al Diario el año 2022, cuando profesionales de HBO llegaron a su casa, en la colonia Alemán, para filmar una parte valiosa del rompecabezas que faltaba para el documental de la vida del “Golden Boy”.
Se contagió de Covid durante la pandemia y por su edad recibía a pocas personas. Cuando De la Hoya contacto a gente de Yucatán para buscar a “Cholain”, buscaron al Diario para el enlace. En el postigo de su casa, espetó: “Y qué quiere Óscar si él no quiso que siga en su equipo. No creo que tenga mucho que decirle”.
Se pactó la cita, un domingo de febrero, en la enorme biblioteca de su casa.
De la Hoya lo saludó con una reverencia, hincándose.
Y entró a escena la vida de Canto, quien fue un peleador que se disciplinó ante la exigencia de Rivero. Era, dijo, “la única forma de llegar a la meta y poder sostenerse”.
Canto, bajo la batuta de Cholain, dio cátedra en su reinado en los pesos moscas y, cuando pudo, el llamado “Maestro”, siempre dio el crédito a su memtor.
SUS INICIOS
Antes de tener contacto con el boxeo, el fútbol fue su primer deporte. Como en el Colegio Americano, donde estudió desde parvulitos hasta cuarto de primaria, sólo había una cancha de básquetbol, se pasó a la Escuela Modelo, que tenía grandes instalaciones.
Ahí creó un equipo de fútbol que derrotó a la selección de la Modelo, y eso molesto al entrenador, según relató el fallecido Pablo Canto Larrocha, aficionado y que fue juez de boxeo.
En esa época de preparatoriano había un boxeador modelista, “Caballito“ Ordóñez, y entonces le llegó el gusto por el pugilismo. Ganó un campeonato amateur en peso mosca y realizó seis peleas profesionales, la última a ocho rounds, todas en el Circo Teatro Yucateco.
Su mánager fue el gran entrenador y especialista en vendajes Juan “V-8” Herrera. Su récord fue de 1-5.
Su padre, don Jesús Rivero, lo mandó a una escuela militarizada en Ciudad de México, donde en un torneo nacional castrense terminó como campeón mosca. Estudió dos años Leyes y pasó a la UNAM, donde se enamoró de la Facultad de Filosofía y Letras y en eso se graduó, con una maestría en Historia.
A su regreso a Mérida recibió una invitación de don Hernán Espadas, papá de Guty Espadas Cruz, para entrenarlo en un gimnasio improvisado de la Plaza de Toros Mérida, pero llegó y vio que Edilberto “Beto“ Rivero lo estaba atendiendo. Ya no dijo nada.
Entonces se le acercó un jovencito llamado Miguel Canto Solís a pedirle que lo entrene. A partir de ese momento, ese dúo comenzó a escribir historia.
Una de las últimas charlas fue antes de que le firmaran en HBO. Al reportero del Diario le dijo porqué no le gustaba Julio César Chávez como mejor peleador mexicano de la historia.
“Canto fue mejor boxeador que Julio César”, y mencionó nombres como el “Chango” Casanova, “El Toluco” López, Raúl “Ratón” Macías, Rubén “Púas” Olivares e incluso el yucateco Julio Cesar Jiménez, quien llego a tener 200 peleas.
Como profesional, cursó la mitad de la carrera de Derecho en la Universidad Nacional, y años después concluyó la de Historia en la Facultad de Filosofía en la UNAM.
Además de Canto y De la Hoya, dirigió a Ulises “Archie” Solís y cerró en la esquina de Oscar “Chololo” Larios. A los dos los hizo también campeones mundiales en una carrera histórica.
Incluso, uno de sus alumnos en el arte de entrenar, Nacionales Beristain, lo consideró el mejor manejador de todos los tiempos en México.
No le gustaba que le llamaran o dijeran manager. Fue, sin duda, un entrenador de la élite.
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