Diplomacia, eficaz herramienta para desatar nudos.

Colaboración: Raúl Asís Monforte González.

Mérida, Yucatán a 5 de mayo de 2023.

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“L’accord de Paris est acceptée” anunció el ministro de asuntos exteriores de Francia, Laurent Fabius, aquel cada vez más lejano 12 de diciembre de 2015. Ban Ki-moon se refirió a este hecho como un triunfo monumental, y Barack Obama celebró haber alcanzado el Acuerdo de París calificándolo como la mejor oportunidad que tenemos de salvar el único planeta que tenemos.

Las metas son claras y sencillas, son dos, y están interconectadas: limitar el calentamiento del planeta a 1.5 grados Celsius, y reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero hasta hacerlas neutras.

Alcanzar el acuerdo ha sido uno de los más grandes logros de la diplomacia mundial en toda la historia de la humanidad. El camino que llevó a 196 naciones del planeta hasta París fue largo, tortuoso, y a veces hasta peligroso. Fue la diplomacia la que condujo y dio sentido a las negociaciones, y finalmente permitió que todos estuvieran de acuerdo.

Ocho años después, la lucha por combatir y frenar el cambio climático parece por momentos estancada, o que avanza con demasiada lentitud. Líderes alrededor del mundo exigen y casi suplican incrementar la ambición de las acciones y la velocidad a la que son implementadas.

Para destrabar el atasco y guiar los pasos que aún tenemos que dar todos los países mientras nos alejamos de París y nos acercamos al final del plazo fijado para alcanzar las metas, la diplomacia puede ser de nuevo esa eficaz herramienta que contribuya a desatar los nudos.

Desde luego que los avances tecnológicos, las políticas públicas debidamente orientadas, normatividad más estricta y enfocada, son elementos cruciales en la lucha por detener el cambio climático, pero es la diplomacia internacional un factor clave, que frecuentemente no ha sido valorado en su justa dimensión, para organizar, motivar y acelerar el despliegue de acciones para alcanzar la neutralidad de emisiones y detener el incremento de la temperatura media global anual.

Todos necesitamos productos provenientes de otras regiones del mundo, hay países cuyo clima no les permite producir suficientes alimentos o cierto tipo de ellos durante todo el año, en un mundo globalizado podemos acceder a casi cualquier producto que se manufactura muy lejos de nuestro hogar a menor costo o con mayor calidad de lo que se produce cerca.

Y para producir se necesitan enormes cantidades de energía que hoy proviene en su gran mayoría de combustibles fósiles, una de las fuentes mas claras de contaminación generadora de calentamiento. De hecho la energía misma es un commodity globalizado, el petróleo, las gasolinas, el gas, el carbón, se transportan grandes distancias ya sea en barcos, ductos o camiones.

Adicionalmente, las emisiones en cualquier punto de La Tierra, tienen impacto en todo el mundo, y afectan en primer lugar y con mayor intensidad a los menos responsables de haber llegado al punto en que nos encontramos ahora.

Debido a esta naturaleza globalizada de las cosas, es que la diplomacia se vuelve relevante. Hay países que tienen la vocación de ser líderes y establecer ejemplos a seguir, hay otros que poseen tecnología y otros más que cuentan con recursos de capital. La diplomacia será la que disponga a todos alrededor de una colaboración fructífera, en la que cada nación aporte sus vocaciones y talento para sumar con todos los demás y alcanzar el objetivo.