Colaboración: Margarita Robleda Moguel

Rudesindo Cantarell, pescador camaronero que descubrió un campo petrolero

Especial: ‘Espejo de agua’, por el Día de la Gente de Mar

Nacido en la Villa de Isla Aguada en 1914, Rudesindo Cantarell Jiménez, fue el hombre que descubrió uno de los yacimientos petroleros más importantes de hidrocarburos del país y a nivel mundial, por lo que el complejo lleva su nombre, Cantarell.

Fue en la madrugada del 7 de mayo de 1968, cuando Rudesindo navegaba en las aguas de la Sonda de Campeche, en su embarcación camaronera “Centenario del Carmen”, cuando se percató que del fondo del mar brotaba una “burbuja negra”, una mancha que llamó su atención.

Burbuja negra

Durante mucho tiempo, Rudesindo y su tripulación se percataron de este fenómeno, el cual comentaba con sus amigos y conocidos, quienes le aconsejaban dar a conocer a las autoridades de su hallazgo.

De acuerdo con familiares, quienes integraron su tripulación, Cantarell Jiménez se encontraba muy molesto, ya que en diversas ocasiones estas manchas negras habían dañado sus redes y su embarcación.

Es en 1968, cuando Cantarell Jiménez arriba a Coatzacoalcos, Veracruz, con el propósito de vender un cargamento de huachinango, que sostiene una plática con un amigo que era petrolero y quien le aconseja dar aviso a PEMEX de su hallazgo.

Viaja a Veracruz

Con mucho esfuerzo, Rudesindo Cantarell, a sus 55 años de edad, decide viajar en Autobuses de Oriente (ADO), hasta Coatzacoalcos, Veracruz, llevando consigo un pedazo de esta mancha negra, guardada en una bolsa.

Se presentó en PEMEX, en donde da aviso de su hallazgo, sin embargo, no le prestan mucha atención, asegurándole que en breve enviarían una comisión para investigar lo que decía.

Muchas veces hizo este recorrido para denunciar los daños que sus redes de pesca habían sufrido ante estas manchas, pero parecía no importarles a las personas con quienes dialogaba, llegando a pedirle muestras de las afectaciones que aseguraba.

Confirman hallazgo

“Rudesindo, traiga acá ese pedazo de red con chapopote”, le dijeron, mientras lo dejaban en una sala de espera. Minutos más tarde, le indicarían que un grupo de geólogos quería platicar con él y fue así que volvió a contar su historia, su paso por esa parte del mar de la Sonda de Campeche.

Mientras Rudesindo comía una torta y refrescos que le habían ofrecido, los técnicos hacían cálculos y discutían sobre si merecía ser indemnizado y con cuánto.

De pronto, sonó el teléfono para que el de la voz exclamara “está confirmado, es aceite de unos 28 grados API”, de inmediato, los interlocutores de Cantarell le dijeron: “Don Rudesindo, le vamos a echar un aventón a Ciudad del Carmen, pero le vamos a pedir que nos lleve, en cuanto pueda, al lugar en donde se dañó la red”.

No muy a gusto, Cantarell aceptó el trato bajo la promesa de que se le pagaría su red, así como los gastos que originaría ese viaje a lo que hoy es el complejo petrolero más importante del país y que lleva el nombre de su descubridor.

Pese a la riqueza que genera el complejo Cantarell, el pescador aguadeño murió de un infarto al miocardio y en la pobreza, en espera de que Pemex le hiciera justicia, en el olvido de los directivos de Pemex.