Colaboración: Franck Fernández – traductor, intérprete, filólogo

Título: Aqua Mirabillis

Colonia es una ciudad del centro oeste de Alemania a orillas del río Rin que, después del Danubio, es el río más caudaloso de Europa. Colonia, como casi todas las ciudades europeas, ha tenido una historia muy agitada pero no solo por cuestiones políticas sino también por razones culturales y económicas. Todos conocemos el Agua de Colonia, pero ¿qué hay detrás de este perfume?

Inicialmente se le conocía como Aqua Mirabillis y todo apunta a pensar que fue un italiano el que descubrió la forma de mezclar el alcohol destilado con extractos de plantas que le aportaban olor. Durante el medioevo se pensaba que bañarse era algo pecaminoso y que, por demás, ocasionaba enfermedades. La gente acaudalada se frotaba el cuerpo con paños con extractos de canela, sándalo o musgo. Ya en el siglo XVII el baño con agua, dentro de una bañera, comenzó a ganar terreno y ya no eran necesarios aquellos frotamientos con extractos fuertes para ocultar los malos olores.

El joven milanés Giovanni Maria Farina, apoticario (farmaceuta) de profesión, se estable en la ciudad de Colonia a comienzos de los 1700 y allí empezó a mezclar alcohol destilado con extracto de romero, salvia y mejorana en proporciones bien específicas. El resultado fue un aroma ligero, más afín con las tendencias de higiene de la época. Su producto se extendió poco a poco por Europa. Fueron los soldados franceses que regresaban de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1738) en su paso por Colonia los que mayormente la introdujeron en Francia llamándole “Agua de Colonia”. Así llegó a las cortes europeas, siendo de gran agrado de Luis XV y Luis XVI.

Napoleón Bonaparte, sin proponérselo, fue un elemento importante en la historia del Agua de Colonia. En primer lugar, era un gran consumidor de la misma, utilizaba varios litros a la semana y, como se decía que era la panacea para todas las enfermedades, la consumía en gotas sobre un terrón de azúcar, lo que terminó llamándose un “Canard Napoleón” – Pato Napoleón, que los franceses continúan consumiendo, pero no con Agua de Colonia sino con un buen coñac. Durante las invasiones napoleónicas, con el fin de imponer en el resto de Europa los preceptos de la Revolución Francesa de 1789, una de las primeras zonas que Francia ocupó fue Renania, donde se encuentra Colonia.

La “patente” la había comprado un tal Wilhelm Mülhens a Carlo Francesco Farina, en nada emparentado con nuestro Giovanni Maria. A la llegada de los franceses a Colonia en 1797-1818 pusieron número a las casas por cuestiones administrativas. En un inicio, a la casa de Wilhelm Mülhens se le asignó el número 4711. Eso fue suficiente para que el inteligente emprendedor utilizara este número como nombre para su producto llamándole sencillamente 4711.

Los descendientes de Giovanni Maria terminaron instalándose en París en la elegante Rue Saint-Honoré. Esa casa fue comprada en 1862 por Roger & Gallet y los descendientes de Wilhelm Mülhens continuaron su negocio en Colonia bajo el nombre de Echt Kölnisch Wasser, Agua de Colonia Original. Aún en nuestros días, 8 generaciones después, siguen con su establecimiento en Glockengasse 4, en dicha ciudad.

Al inicio las falsificaciones, con diferencias más o menos notables en la cantidad de extractos utilizados, llegaron a más de 2000 en 20 años por toda Europa. Los verdaderos propietarios del nombre Agua de Colonia tuvieron que emprender innumerables juicios que, en ocasiones, duraron hasta 90 años. Esto hizo que el nombre “Agua de colonia” (con minúscula) se banalizara.

Al comprar un perfume es necesario diferenciar los diferentes tipos: ‘perfume’ es aquel que lleva de un 20 a un 30% de esencia pura y cuyo olor puede durar hasta 20 horas; le sigue el ‘agua de perfume’ que es la que generalmente se utiliza para fragancias masculinas y contiene entre un 15% y un 20% de esencia pura siempre diluida en alcohol etílico, la persistencia de su olor puede durar entre 5 y 8 horas; le sigue el ‘agua de toillette’ con una concentración solo del 5% al 15% de aceites esenciales; después viene el ‘agua de colonia’ (con minúscula) que lleva solo de un 3% a un 6% y, ya por último, la más ligera y obviamente más barata, el ‘agua fresca’, que encontramos en las tiendas y que solo tienen de 1% a 3% de esencia diluida en alcohol etílico y agua común.

Lo cierto es que el Agua de Colonia, con o sin mayúsculas, de Colonia o de algún supermercado, es un elemento fuertemente apreciado después de una buena ducha.

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