Colaboración: Margarita Robleda Moguel

Foto: Fernando Eloy

Esperanza vs desesperanza
¿Para qué?, ¿para qué escribir para los que no quieren leer?
No sé qué sea más difícil, si intentar escribir sin tema sobre una página vacía, o luchar contra el espíritu de la desesperanza que nos abate como resaca de después de la montaña rusa de emociones cargadas de adrenalina del puente Guadalupe-Reyes y que empata con la cuesta de enero donde se junta el cansancio, las nubes sin agua y el hastío que nos lleva irremediablemente a las preguntas: ¿Para qué?, ¿para qué escribir para los que no quieren leer?, ¿por qué reflexionar con lo que no quieren pensar?, ¿por qué luchar en favor de algo que nadie quiere ver?

Las noticias de días pasados en el país del norte, de cómo hemos retornado a la era cavernícola, efecto del manejo de la mercadotecnia y manipulación de las redes sociales por intereses mezquinos tan ajenos al bien común, extremos ambos, de la historia de la humanidad: apabullan a cualquiera.

Son esos momentos en los que uno toca fondo y hace conciencia de que sólo existen dos caminos por elegir: la desesperanza y la esperanza.

La primera se entiende a partir de la frase de Nietzsche: “Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.

O a Julio Cortázar con: “La Esperanza le pertenece a la vida, es la misma defendiéndonos”.

Sí, en estos momentos extraños que vivimos, atropellados por un 2020 desgastado por la pandemia, la caída de la economía y sobre todo la desconfianza generalizada de todo y todos, el futuro inmediato de la promesa de una vacuna que no convence del todo por su prisa de ser comercializada y las consecuencias de la rebeldía juvenil que brotó con las fiestas y pasa la factura en el alza de los contagios y mutación del virus, nos sitúa en un punto delicado en el que urge elegir el camino: exploto y destruyo o transformo con lo que tengo; abrir o cerrarse, preocuparse u ocuparse, evadirse o encontrase, negación o enfrentar, sobrevivir o dejarse morir de tristeza.

Es así como yo elijo la esperanza y la fe de que de que somos más los buenos y les invito a contagiarse como yo lo haré, para poder sobrevivir, con el espíritu de Gandhi.

“Voy a seguir creyendo, aun cuando la gente pierda la esperanza.

Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio.

Voy a seguir construyendo, aun cuando otros destruyan.

Voy a seguir hablando de paz, aún en medio de una guerra.

Voy a seguir iluminando, aún en medio de la oscuridad.

Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha.

Y seguiré gritando, aun cuando otros callen.

Y dibujaré sonrisas, en rostros con lágrimas.

Y transmitiré alivio, cuando vea dolor.

Y regalaré motivos de alegría donde solo haya tristezas.

Invitaré a caminar al que decidió quedarse.

Y levantaré los brazos, a los que se han rendido.

Porque en medio de la desolación, habrá un niño que nos mirará esperanzado, esperando algo de nosotros.

Y aún en medio de una tormenta, por algún lado saldrá el sol.

Y en medio del desierto crecerá una planta.

Siempre habrá un pájaro que nos cante, un niño que nos sonría y una mariposa que nos brinde su belleza”.

¡Amén!

margarita_robleda@yahoo.com